miércoles, 30 de mayo de 2007

Ventiladores culpables



Diez para las ocho de la mañana en estación Los Héroes del metro. Son todas caras nuevas pero al mismo tiempo son todas iguales. Se miran unos a otros tratando de buscar a algun culpable y despues, cuando se autoconvencen de que los culpables están muy bien escondidos, bajan sus cabezas y comienazan a pensar en otras cosas. Evitando. Divagando, Culpando.
Unos quedan mirando los grandes ventiladores que mueven el aire saturado de tristeza. Otros bostezan corriendo para alzancar la combinación a la lìnea 2. Otros se paran un segundo a pensar en sus vacaciones, en alguna explicación de lo que les esta sucediendo, algunos se paran y se imaginan en otro país incluso.
Demasiado estrés. A lo mejor es el resultado de vivir, segun los expertos, en el lugar mas productivo de Latinoamérica. Pero de quién es la culpa. Lo mismo me pregunté mirando el ventilador que arrojaba más CO2 que aire en mi cara.
Yo puedo culpar a alguien si se me lo permite. Me culpo a mi. Te culpo a ti. Culpo a todos. A Michelle. A don Miguel. A Elvis y su batería. A Sebastían y a Joaquín. Culpo a los que viven en la ciudad y no hacen nada para mejorarla. Culpo al feriano y al empresario. Culpo a los que sólo se quedan mirando fijos un ventilador pensando en las razones y no en las acciones. Culpo a los que llaman Santiasko el lugar que ellos mismos construyen. Los que gritan por justicia y vivienda mientras arrojan el papel del helado al piso. Culpo a los que caminan cabisbajos sintiendose tan parte del ganado que ya son una oveja mas a las que esquilan cada fin de mes con un sueldo miserable. Culpo a los santiaguinos no a Santiago. Simplemente por el hecho de que habitan un lugar pero están tan preocupados de todas las cosas que nunca se han sentido ciudadanos. El ciudadano de verdad. No sólo el que está inscrito en los registros electorales. Sino el que siente el mismo amor por su cama que por las calles del centro. El que cuida, vela y proteje su entorno. El que cada vez que sale se siente orgulloso de que sus abuelos hayan cosntruido todo esto y que ve en las veredas la cara de la historia.
¿Cómo (me preguntaran ustedes) alguien puede amar una ciudad gris, contaminada, con altas tasas de delincuencia, con un transporte denigrante y sucia?
Ese es el problema...


"Transport, motorways and tramlines,
starting and then stopping,
taking off and landing,
the emptiest of feelings,
disappointed people, clinging on to bottles,
and when it comes it's so, so, disappointing. "


2 comentarios:

Franci@ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Franci@ dijo...

Hace alguos años viví un tiempo en La Serena. No pude soportar mucho ahí. Vivir allá me abrió los ojos y me hizo ser conciente del gran amor que le tengo a Santiago. Soy demasiado urbana y el único lugar donde puedo expresar esa urbanidad es aquí. Me encanta el ruido de los autos en la mañana y caminar por el centro rodeada de mucha gente y observar. Una de mis aficiones especiales es mirar hacia las ventanas y los techos de los edificios e imaginarme lo que ocurre en cada uno de esos lugares...pensar en qué estará la gente. Trabajando?, cocinando, comiendo, teniendo sexo? -jaja -.
No hay como Santiago, pese a Transantiago...
Cariños,
F